Muchas veces se respira del aire vital de otras personas, alimentándose de él, pero ahogando a aquél al que se lo quitas.
Cada vez que reprimes a alguien, cada vez que anulas a alguien, le estás quitando su propio aire (energía)
Cada vez que no aceptas a alguien, que juzgas, que te invade la irá, estás respirando aire «contaminado».
Deja que cada cual se exprese, aunque no estés de acuerdo con lo que él dice. Ten en cuenta que tu opinión no es más valida ni mejor que la de cualquier otro. Recuerda que cada cual ha de experimentar su propio camino, pues es necesario.
Acepta, pero no te resignes.
Valora las virtudes de la gente, en vez de tener en cuenta sus defectos.
Puedes respirar de tu propio aire, en vez de quitar a los demás. También puedes dar aire a aquellos que aún no respiran su propio aire y quitan consciente o inconscientemente aire a los demás.
En una discusión, la persona que más se altera quiere quitar el aire a la persona que está siendo «atacada». Tanto si esta persona contraataca con ira o nerviosismo, como si sufre el papel de víctima identificándose con él, está perdiendo su propia energía, debilitándose por ello. Sin embargo, si esta persona sigue tranquila, hablando calmadamente, no sólo no pierde su energía, sino que está alimentando a la otra persona, que sin duda volverá antes a un estado de tranquilidad que si también estuviera siendo increpada de forma alterada.
Hay muchas formas de quitar el aire a la gente, pero también de alimentarse del propio aire y compartirlo sin verse agotado o perjudicado, en un momento determinado que alguien lo necesita. Una actitud calmada ayudará a ello.