Uno es la Fuente que de ella todo emana.
Ese es nuestro auténtico estado.
Sin forma, sin tiempo, sin opuestos, sin mente.
Para estar en lo manifestado se precisa un cuerpo.
Olvidando por un instante lo que somos.
No somos un cuerpo, no somos la mente.
Esta realidad no es real.
El sufrimiento se produce por la identificación con la mente, con el cuerpo, con esta realidad, olvidando por ello nuestro auténtico estado.
Solo en lo manifestado existe dualidad, pero si conectas con tu auténtico yo, no existe nada. Es lo que es.
Puedes sentir el auténtico amor, la auténtica paz, sin necesidad del opuesto mental.
Ya no sentirás desde la mente, sino desde lo que eres en esencia.
Serás humilde, pues creerte mejor que alguien, o menospreciarte, te separa de los demás, osea de ti mismo, de la unidad.
Percibirás la belleza que hay detrás de las formas.
Sentirás el vínculo que te une con todo ser, con todo lo existente e inexistente, sabiendo que todos somos uno.
Vivirás con aceptación, y percibirás que todo está bien.
Para ello, uno de los caminos es El Camino del Amor
Con ello llega la comprensión y la paz.