Había un niño que deseaba con fuerza y esperanza encontrar un arco iris. Le habían dicho y algo en su interior le decía que el arco iris era una puerta, que al traspasarla se hallaba un mágico y especial lugar. Recorrió muchos lugares para encontrar un arco iris, pero siempre que veía uno, nunca llegaba hasta él.
Vio cientos, tal vez miles de ellos, pero nunca cruzó el umbral que separaba su mundo de aquel lugar que había tras cruzarlo.
Decidió abandonar su cometido, y su alma se puso tan triste que no cesó de llorar, y en su interior se creó un arco iris.
Descubrió que en sí mismo había estado siempre aquel arco iris, y pudo por fin, ver lo que había por descubrir tras cruzarlo y sumergirse en aquel espléndido mundo.
“Dentro de todos esta ese arco iris que nos permite llegar a percibir toda esa grandeza, belleza y pureza que está en cada uno. Es lo que somos, y lo que nos está esperando. La respuesta está siempre en uno mismo, no en algo exterior»
“En la ausencia de deseo está la puerta de la libertad”